lunes, 31 de marzo de 2014

LA PACIENCIA Y EL SABER ESPERAR

- LA ESPERA Y LA PACIENCIA
Vivimos con prisas, de un modo que nos aleja de nuestros ritmos y ciclos naturales. Hacer las cosas en el momento oportuno, sin apresurarnos, sin estar pendientes siempre del reloj, nos liberará de las frustración y nos permitirá ser más felices.
Hemos nacido en la época de la prisa y de la aceleración. Pero no podemos hacer que una flor crezca más rápido tirando de ella, ni ayudar a una mariposa a salir del capullo, porque no tendría fuerza para volar. La naturaleza nos enseña que cada proceso tiene su tiempo y su ritmo. Conviene esperar como vemos en las distintas estaciones del año. La verdadera libertad se basa en el autocontrol, que nos permite luego fluir…
“ Quien se controla a si mismo puede alcanzarlo todo” afirmaba un sabio chino y lo podemos ver en el Libro de los Cambios. El taoísmo chino se inspira en los procesos naturales y especialmente en el agua: el agua es paciente, sabe aquietarse y esperar, pero consigue erosionar las rocas más duras. El Zhuangzi ( una de las obras taoístas) describe al sabio como alguien que tiene una respiración muy profunda y por tanto muy tranquila… Michel Montaigne escribe “ Cuando bailo, bailo; cuando duermo, duermo” Un proverbio Zen afirma algo parecido y dice: “ Cuando camines, camina; cuando comas, come”.
La sociedad de consumo  estimula la gratificación inmediata de nuestros deseos e invita por tanto a la impaciencia. Pero una vida plena requiere aprender a demorar la gratificación.
Hoy creemos que el tiempo es una línea hecha de horas de sesenta minutos de sesenta segundos, todos ellos homogéneos. Pero cien segundos de tedio nunca han tenido nada que ver con cien segundos de entusiasmo. La novela  “ Momo” de Michael Ende hace una descripción sobre el tiempo.
Vivir con prisas, pendientes del reloj, es frustrante y estéril. En cambio hacer las cosas en el momento oportuno, sin apresurarse, es una de las enseñanzas de las mejores tradiciones espirituales. “ En la vida la paciencia trae salud, belleza, fama y una gran longevidad”, escribió Shantideva, el sabio indio del siglo VIII. 

Artículo en la revista Mente Sana nº 101, de Jordi Pigem.

Experiencias las tenemos todos, los malos momentos pasan despacio pero los buenos vuelan. Vivir en la ciudad el tiempo parece que muy rápido si vas a la naturaleza es otro ritmo… Y como dice  William Shakespeare: “ en un minuto hay muchos días.

miércoles, 12 de marzo de 2014

CUENTO DE LA SEMILLA DE BAMBÚ

 LA SEMILLA DE BAMBÚ
Un día decidí darme por vencido… renuncié a mi trabajo, a mi relación, a mi vida. Fui al bosque para tener mi última charla con Dios. “Dios”, le dije, “¿Podrías darme una buena razón para no darme por vencido?” Su respuesta me sorprendió…” “Mira a tu alrededor”, Él dijo. “¿Ves el helecho y el bambú?” “Sí”, respondí. “Cuando sembré las semillas del helecho y el bambú, las cuidé muy bien. Les di luz. Les di agua. El helecho rápidamente creció. Su verde brillante cubría el suelo. Pero nada salió de la semilla del bambú. Sin embargo no renuncié al bambú. En el segundo año el helecho creció más brillante y abundante y nuevamente, nada creció de la semilla de bambú. “Pero no renuncié al bambú”, dijo Él. “En el tercer año, aún nada brotó de la semilla de bambú. Pero no renuncié” me dijo. “En el cuarto año, nuevamente, nada salió de la semilla de bambú. No renuncié” dijo. Luego en el quinto año un pequeño brote salió de la tierra. En comparación con el helecho era aparentemente muy pequeño e insignificante. Pero sólo seis meses después el bambú creció a más de 100 pies de altura (20 mts.). Se había pasado cinco años echando raíces. Aquellas raíces lo hicieron fuerte y le dieron lo que necesitaba para sobrevivir. “No le daría a ninguna de mis creaciones un reto que no pudiera sobrellevar” Él me dijo. “¿Sabías que todo este tiempo que has estado luchando, realmente has estado echando raíces?”. “No renunciaría al bambú. Nunca renunciaría a ti. No te compares con otros” me dijo. “El bambú tenía un propósito diferente al del helecho, sin embargo, ambos eran necesarios y hacían del bosque un lugar hermoso”. “Tu tiempo vendrá” Dios me dijo. ¡Crecerás muy alto!” “¿Qué tan alto debo crecer?” pregunté. “¿Qué tan alto crecerá el bambú?” me preguntó en respuesta. “¿Tan alto como pueda?” Indagué. Nunca te arrepentirás de un día en tu vida. Los buenos días te dan felicidad. Los malos días te dan experiencia. Ambos son necesarios para la vida. Continúa… La felicidad te mantiene Dulce. Los intentos te mantienen Fuerte. Las penas te mantienen Humano. El éxito te mantiene Brillante. Per sólo Dios te mantiene Caminando… Si no consigues lo que anhelas, no desesperes… quizás sólo estés echando raíces…
AUTOR: desconocido.