jueves, 5 de febrero de 2015

CONSTRUIR NUESTRA VIDA (Segunda Parte)

Pero conviene no olvidar que somos casas que se construyen obedeciendo a un plano que se ha perdido (el  mismo plano que intentan reconstruir las distintas religiones, filosofías o literaturas). Casas, por tanto que, como nos ocurre a nosotros, dudan, se tambalean, se van corrigiendo sobre la marcha, en ocasiones se caen y obligan a comenzar de nuevo desde el principio a pasar más tiempo a la intemperie ( una ocasión, por cierto, para disfrutar del cielo abierto y las maravillas de la naturaleza, no solo para sentirse desprotegidos) que cobijados dentro de ellas. Casas poco fiables si no fuera porque el verbo construir, tan tenaz y tan vivo no les permite caer en el abatimiento ni tomarse un momento de respiro.
Construir una vida es, en este  sentido, hacerla posible, inscribirla dentro de un plan ( dentro de un plano), ponerla en  contacto con sus paisajes y con sus limites. Construir una vida es ir la alzando con esos ladrillos que se quedan medio amontonados en elprimer párrafo ( y con las vigas, las tejas, las tubeías, los cables), es diseñar sus estancias, es abrirse puertas y ventanas, en colocarse un techo a prueba de la lluvia y del sol, es amueblarla. Ladrillos estancias puertas y ventanas, muebles, cimientos todo lo que hace sólido nuestro proyecto de vida, lo que le da estabilidad, lo que lo encaja en la sociedad ( una casa vecina de muchas otras casas), po que lo hace creíble.
Un compromiso diario
Pero para construir es necesario saber que la casa debe estar al servicio de uno y no uno al servicio de la casa. El que no consigue esto queda prisionero de su casa, se convierte en su propio carcelero. Construir, por tanto, en libertad y para ser libres: para que la casa cumpla su función de cobijarnos sin pasarnos deudas por hacerlo. Construir, entonces, como el que se entretiene haciendo castillos de naipes. O castillos en el aire. Construir desde la fragilidad y desde lo efímero, desde la impermanencia y el cambio. Construir asumiendo de antemano el temblor que provoca la posibilidad de una corriente de aire, un mal gesto, no haber aprendido la ciencia de los milímetros que se requiere para colocar las cartas de manera que el castillo no se venga abajo. Cualquier cosa, en efecto, puede echar a perder semanas o años de esfuerzo: en un segundo el castillo se desmorona y nos obliga a comenzar de nuevo. Pero es que construir es eso: comenzar de nuevo constantemente, redefinir día a día la casa que nos contiene, repasar sin descanso los revoques, las bisagras, los muros, los marcos, el estado de los suelos… Construir, construimos : somos los albañiles y los arquitectos de nuestra vida.
Revista “ Cuerpo Mente” nº 271.  JESÚS AGUADO