domingo, 14 de septiembre de 2014

RECUPERAR LA INOCENCIA EN NUESTRAS VIDAS

RECUPERAR LA INOCENCIA
El pecado y la culpa están enraizados en nuestra cultura y nos mantienen encadenados al pasado, impidiéndonos liberarnos de los círculos opresivos, personales y colectivos. Volver a la inocencia original y emprender el camino de la responsabilidad nos permitirá convertirnos en agentes del cambio.
Todas las culturas comparten esta mítica historia de cómo perdimos al mismo tiempo la paz interior y el equilibrio que nos unía indisolublemente a la Tierra y al resto de los seres vivos en un perfecto entendimiento. Se accede a una conciencia individual a costa de la perdida del nexo con la naturaleza. En la versión judeo-cristiana es el momento en el que adquirimos la conciencia del bien y del mal, la moralidad y, por lo tanto, la conciencia de la transgresión.
Entre otros mitos y conceptos como el “pecado”, capaces de anidar en nuestro inconsciente atrapándonos en una telaraña de culpabilidades. La educación resulta determinante para cultivar espíritus libres e independientes o bien sometidos a “pecados originales” y otros programas religiosos e ideológicos que pueden marcar de manera indeleble la psique humana.
El sentimiento de culpa se vuelve patológico y destructivo en forma de remordimiento o se convierte en arma arrojadiza contra los demás.
Lo cierto es que nacemos desnudos e inocentes y nos vamos vistiendo trajes de culpa conforme asumimos errores reales o ficticios, propios o ajenos. Es necesario tomar conciencia de todos estos absurdos y recurrentes programas de nuestra psique y recobrar la inocencia original que permanece incólume en el fondo de cada uno de nosotros.
La culpabilidad pertenece siempre al pasado, y el sentimiento contrapuesto es la responsabilidad que se dirige al presente y al futuro.

Las leyendas de paraísos de todas las culturas explican que el ser humano no encontrará la paz interior hasta que vuelva a entenderse con la propia tribu, a aprender el lenguaje del resto de los seres vivos y de la Tierra que nos sostiene. El fallo global de la convivencia, político y ecológico, señala la necesidad de edificar una nueva realidad, una economía u una sociedad sostenible y coherente. Se trata de abandonar los discursos moralistas y tomar las riendas de nuestra vida convirtiéndonos en agentes del cambio.
Terminamos culpando de nuestra situación a financieros, políticos, empresas y gestores y lo hacemos en gran parte con razón, pero es preciso plantear otras opciones… 

Revista  Mente Sana, nº105. Ignacio Abella…

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